Arthur Kirkland no tenía inconvenientes con compartir apartamento para dividir gastos. El costo de un apartamento en New York era una inmensidad que ensombrecía su triste presupuesto de estudiante universitario. Por lo que, firmó el contrato sin darse cuenta que estaba firmando su sentencia. El problema llegó con nombre y apellido. Alfred F Jones. El americano molesto que tenía de compañero.