Mi mente no recuerda nada de esa noche, pero les aseguro que sólo eso bastó para arruinar mi existencia.
Yo les advertí que no se acercaran a ellos, pero ellos no me hicieron caso. Y ahora estoy aquí, encerrada, sin nadie, sin comunicación, sin Internet, sin nadie con quien estar.
Y todo porque no pueden matarme, no podrían aunque quisieran.
Él, con sus preciosos ojos azules tinta, semejantes al color que ves cuando escribes, tan frío por fuera, tan controlador, que sólo con un simple respiro te seduciría, con tan solo una mirada te hacía entregarle tu alma entera. Pero fue él, él mismo el que me dañó, el mismo que me dejó aquí tirada, como a un trapo sucio, como a un inservible animal tirado en la calle.
Y ellas dos. Que te hacen sentir parte de su familia por una vez. Que te hacen sentir apoyadas.
Son ellas las que te conducen a tu final. Ellas mismas son las que deciden tu trágico final. Te dan un nombre, te maldicen, y te exilian. No regresas. Y te quedas como yo. Muerta. Inerte. Por ellos.
Por Los Minetti.
Después de ser rechazado por segunda vez por el Equipo Avatar, incluso después de ayudarlos con Combustion Man, Zuko decide dejarlos solos y buscar un lugar donde vivir.
pero después de una pelea contra soldados de la Nación del Fuego y caer en el lecho de un río.
Al ver su arrepentimiento y dolor, el espíritu del Sol y la Luna deciden darle una segunda oportunidad, enviándolo a otro mundo con otro destino y gente que lo apreciará y admirará.