Algunas noches no son tan malas y puedo recordar días en los que me acuesto y he podido dormir durante muchas horas sin tener ninguna pesadilla, simplemente soñando que estaba libre y fuera de este sitio, con mis padres, con mi hermano y con mi tía en un lugar donde nadie puede vernos ni oírnos. Sin embargo, cuando me despierto y veo en las condiciones en las que vivo, suelo venirme abajo y ahí es cuando caigo en la tentación.