- No soy como tú -dijo. Y es que, desde el principio lo supe. Supe que esto no sería una historia con final feliz. Más aún sabiendo eso, aún sabiendo como acabaría todo, seguí, seguí y solo conseguí lastimarme más. - Pero puedo cambiar por ti -completó. - No quiero que cambies. Me gustas así como eres. Me he enamorado de la persona que eres hoy, no de la que el mundo quiere que seas mañana. Te amo -susurré antes de que las lágrimas comenzaran a caer por mis mejillas, ahora, tintadas de un color carmesí.