Muchas veces en la vida uno cree tener algún tipo de condena en las espaldas. Quizás intensos cargos de conciencia en donde no podemos volver atrás y solucionar lo ocurrido. A todos nos persigue nuestro pasado, y todos siempre hemos querido cambiar algo de él. En un siglo y medio no había conseguido olvidar sus ojos. Los veía en pesadillas y los intentaba buscar en la gente, pero nunca los encontré. Esa era mi peor condena; saber que el pasado no volvería. Y que sus ojos, tampoco. [TERMINADA 1a parte]
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