El más injusto juez

Había estado rodeado de ruido toda su vida, no eran simples sonidos como el motor de los autos, los cuchillos de la carnicería al chocar contra la tabla de madera o las risas de los niños, no, estos ruidos lo atormentaban por las noches, al dormir.

Nunca le tomó mucha importancia, había aprendido a vivir su vida de esa forma, pero como consecuencia, no escuchaba lo que la gente decía, así que usaba lenguaje de señas todo el tiempo, día tras día, año tras año.

Hasta que un día, los ruidos pararon.

Hades Underwood no entendía nada de lo que su enfermero decía, tampoco entendía por qué demonios sonreía tanto, todo el maldito tiempo.

¿Por qué siempre sonríe? ¿Por qué siempre es tan alegre? ¿Por qué nunca se va? ¿Por qué es tan amable?

Sólo había dos cosas que detestaba en la vida, ratones y gente optimista. Parecía que estaría atascado con una por los siguientes 6 meses.