-Luchare por mi pueblo hasta la muerte. - dijo la joven muchacha, hija del fallecido inca Atahualpa. - Y por las cenizas de mi padre vengare su muerte. Todos los soldados del imperio del Tahuantinsuyo gritaron eufóricos, darían muerte aquellos hombres que siembran terror en los prósperos valles, llevándose sus ricas ofrendas de sus dioses. El joven ojiazul observaba la masa de gente que escuchaba a su nueva soberana.