Erase una vez un vasto lugar, vacío, sin vida, solo la nada, la cual reinaba en lo absoluto. Pero algo sucedió, un impensable suceso, una anomalía.
El espacio se quebró, se derrumbó sobre sí mismo, dando como resultado que el silencio crujiera. La nada se hizo algo, la quietud se movió, originando el Tiempo.
No paso ni un solo segundo y esta bella creación chocó con el espacio. De pronto, en un parpadeo, el universo surgió. Un deslumbrante espectáculo de destrucción y creación entrelazados, distorsionando su propia procedencia. Una bella danza de improbabilidades, posible e imposible, que libraba una batalla feroz entre ser o no ser, la vida y la muerte de la existencia misma. Ninguna gano, ambas ordenes se equilibraron con la ayuda del tiempo, ocupando el mismo lugar. Surgió la calma, o eso se creyó.
Del resultado de la creación y destrucción surgieron poderes inimaginables y formas de vida; poderes para conectarse con el universo y dominarlo y seres para dominar esos poderes. Surgieron lo que nuestros antepasados llamaron Divinidades, aquellos que se les conocerá como Amalgamas.
Esta es la historia de cómo un solo hombre, no, un solo chico dominó a una de estas.
Al defender a su familia de un asaltante y morir, Alicia es transmigrada a un mundo del matriarcado, donde las mujeres son el pilar y las que mantienen a la familia, mientras los hombres son los que se quedan en casa.
Lo más sorprendente para Alicia no es el sistema en el que se rige la sociedad, los hombres, que no solo son los que dan a luz, si no, que se dividen en dos.
Los oro, la clase baja que tienen tendencia a dar a luz a otros hombres.
Y los jade, la clase alta que tienen tendencia a dar a luz a mujeres.
No solo eso si no que al ser las mujeres un bajo porcentaje, las familias se conforman por un harem de hombres, los cuales no son vistos más que como máquinas de hacer bebés.
La imagen la saque de internet créditos de la imagen a: "Alya".