Si bien mi vida no era particularmente interesante, pronto daría un giro de 180 grados. Desde hace un par de semanas mi casillero se veía repleto de sorpresas acompañadas de dulces cartas donde me llenaban de halagos y ternura, ¿el problema? : son completamente anónimas, cualquiera ha podido escribirlas. Sólo mi amigo Peter, y para mi soslayo, Derek, mi novio, están enterados. Ambos serán mi guía y perdición para encontrar al autor de tales obsequios.