El vaivén de su espada raspando el suelo parecía un eco lejano, un preludio macabro de lo inevitable. Su mirada, fría como el acero que empuñaba se clavo en mis ojos, ya vacíos de esperanza. No rogaba por piedad, ni por una muerte rápida. Sabía que mi hora había llegado y que mis últimas fuerzas se desvanecían en la espiral de la desesperación. Mis movimientos eran ya meros reflejos, una danza involuntaria que me llevo a caer de rodillas, sostenido en mi claymore clavada en la tierra, como un triste último intento de resistencia.
Mis respiraciones, entrecortadas y vacías, ya no eran mías, sino ecos lejanos que se desvanecían en un abismo oscuro. El dolor, borroso y distante, se disolvía como una niebla que se tragaba mi cuerpo, que ya no sentía ni respondía
La cordura se terminó de romper cuando su espada atravesó mi pecho, un dolor tan profundo que ya no pude sentir nada más. El grito agonizante que se escapó de mis labios fue la última protesta de mi alma, pero él no lo escuchó. Mi visión se apagó mientras la sangre bañaba el suelo, y cuando ya no quedaba nada más, él también cayó.
Estaba al borde de la muerte.
Era una realidad que no podía evadir con facilidad, aunque me mostrara tranquila e intentara tener pensamientos de serenidad, todos lo sabían y nadie intentaba lucir menos hostigado con la idea de mi fallecimiento.
Ni siquiera los ojos de los humanos juzgándome podrían hacerme desvanecer.
Era la reina, señora de la magia y alquimia, aunque los días estuviesen contados para mí, no podía fallar... o eso creía hasta que un humano inmune a mi poder pudo sostener un arma contra mi cuello.
¿Que haria una reina prudente y a punto de morir en esta situacion complicada?
No lo sabía; aunque intentase doblegarlo y convertirlo en mi títere, él encontraría la forma de sostener las cuerdas y enredar mis muñecas. Sus ojos me seguían entre la multitud y, aunque sus palabras pronunciaran la lealtad a su reina, siempre estaba dando pasos en mi dirección.
Un humano inmune a la magia era algo muy extraño, pero que él fuese el jefe de guardias del reino humano, era algo que debía descubrir por mí misma.
¿Qué podría pasar si investigaba demasiado? Estaba a punto de morir después de todo.