Leche virginal, misteriosa pócima

¿Cuál ha sido el secreto de belleza mejor guardado a lo largo de la historia? Las tenues luces de antiguos focos iluminaban los callejones empedrados de aquella ciudad colonial de más de 400 años de antigüedad que visité por casualidad. La noche era fresca. Invitaba a salir a respirar su aire que, travieso, serpenteaba entre mi blusa y me levantaba la falda cada tanto de caminar. En cada cuadra, distinta música, risas y algarabía emanaba de las tabernas a media luz, pequeños bares y restaurantes. Maravillada entre monumentos y ruinas que se contaban sin decir, me detuve en una esquina después de un buen rato de andar y observar el mundo bajo la luna. Estaba a punto de retornar a mi habitación. Al fin y al cabo, iba acompañada y estaba entusiasmada. De repente, me detuve en una esquina. Al voltearme, un enorme y viejo local comercial me invitaba a pasar. Frascos, tarros y recipientes de todas clases yacían en sus vitrinas. Este lugar podría guardar algún secreto, pensé. Al fin y al cabo, la ciudad ya ronda los cinco siglos, y la entrada no estaba prohibida...