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Aury Carbonell y Ryan Baker son mejores amigos desde pequeños. Han sido compañeros en mil batallas, se han protegido mutuamente y se han defendido con uñas y dientes de los enemigos, y han crecido de la mano desafiando a cualquier tormenta que se les presentara en el camino.

Sin embargo, cuando alcanzaron la adolescencia los sentimientos de Aury evolucionaron y se convirtieron en eso de lo que llevaba oyendo hablar desde bien pequeña en las canciones, las películas y los libros: amor. A Ryan no le sucedió lo mismo; para él Aury siguió siendo esa amiga íntima que había estado a su lado cuando nadie más quería estarlo.

Aury, temiendo perder la relación más importante de su vida, tomó la decisión de ocultar sus verdaderos sentimientos y guardarlos en un cofre secreto en el lugar más recóndito de su alma, y fingir que ver a Ryan besarse con otras chicas no le afectaba en lo más mínimo. Porque eran amigos, solo amigos, y así debía seguir siendo.

Su amistad ha sobrevivido al paso del tiempo, al cambio de Ryan respecto a su versión de la niñez y a la larga lista de conquistas que lleva a sus espaldas, y a los constantes desplantes que sin mala intención él le ha hecho a ella. Sin embargo, ninguna relación es irrompible y, si se descuida, hasta el vínculo más fuerte puede ser destruido sin miramientos y acabar convertido en cenizas.