Mentiras, secretos y sexo, esas eran las tres cosas que habían definido mi vida hasta entonces. El día en que me choqué con el coche de Rhett Fénix yo conducía una moto robada y apenas tenía un par de centavos en la cartera. Pensé que su juego sería uno de tantos otros, fácil de jugar, así que me lancé de pleno sin saber que al final, la que terminaría ardiendo sería yo. Mi nombre es Olivia y esta historia está escrita con gemidos, sangre y una pizca de metanfetamina.