¿Qué puede dar más miedo que no saber absolutamente nada sobre nada? Quién eres, dónde estás, cómo has llegado. Nada. Cómo salir... o entrar. Nada. Sólo hay algo que da más miedo. Darte de cuenta de que, en realidad, sí sabes algo: que ahí, en la nada, siendo nada, no estás solo.