La soledad que antes me abrazaba me daba un beso de despedida, Los confines de mi mente, antes turbulentos, parecían aclararse con cada amanecer. Ya no era la soledad quien me abrazaba, sino los colores de la vida, extendiéndose como un lienzo infinito. Me invitaban a pintar mi propia obra de arte con mi propio color, dejando mi propia marca.