Mis noches eran desvelo y llanto. Sin pensarlo, me perdí en la poesía, en una poesía muy mía, que se alimentaba de mis recuerdos y de la necesidad de volver a respirar. Entre lágrimas escribía lo que recordaba, en metáfora. La tristeza me invadía; yo intentaba detenerla, callado, escribiendo prosa, como un grito susurrado al silencio.