La historia nos centra en dos eventos de salud que tiene la protagonista de la historia, y el proceso en el que se vio envuelta. El estado de coma, que fue el primero por el que atravesó, y la conciencia que nunca perdió. Poco a poco nos va narrando como fue estar así, su despertar intentar moverse y poder comunicarse con el personal médico y de enfermería para que la ayudaran a aminorar el dolor.
Su voz narrativa es un suave adagio que nos sitúa en el tiempo y espacio justos, nos sentimos compañeros de Giselle y de su angustia en este transitar de algo que resulta un evento inesperado para ella. Su vida era linda, se sentía amada por su novio, pero este suceso , hizo que él se alejara de ella, en quien ella creyó solidaria en este impace del destino.
La pluma y evocaciones de la autora de Amor y coma, se deslizan por esta historia para decirnos como es que de nuevo recáe y ahora es un derrame cerebral lo que la lleva otra vez a estar en un hospital, luchando por no perderse, por seguir -Aún hay muchas cosas que tiene que vivir-
Este libro es un himno a la unión familiar, al apoyo de sus padres, hemana, abuelos, tías, y personas acercadas a Giselle, que le demostraron su amor, que no dudaron nunca en su recuperación. Nos muestra la naturaleza del amor filial y del real deseo de proteger y amar bajo cualquier circunstancia a una personita tan especial y sensible. El desarollo de esta historia, es interesante, con un lenguaje ágil, y descriptivo, nos empapa de las situaciones propias de la protagonista y nos presenta personajes entrañables, a la vez, que nos deja entrever que algunos otros, les falta más sensibilidad para ejercer la medicina.
Escrita de una forma lineal y en primera persona, es una novela que impacta al lector, por su delicadeza al expresar lo que quizás se puede interpretar como una expriencia que no se quiere recordar, sin embargo fue motivo para ahora tener este libro.