Flores en la puerta (Ma Fer Velazco)

De jóvenes, él realmente se esforzó en conquistarla, a pesar de ser sólo ayudante de una florería. No podía permitirse mucho, pero eso no le impedía dejar pequeños y bonitos ramos en su puerta. Él se hizo camino al corazón de la muchacha con flores silvestres, pequeñas y blancas, ocasionalmente acompañadas con un tulipán o una margarita. Fue inevitable que ella sucumbiera a tan encantadores detalles... y le diera una oportunidad.

Las flores silvestres fueron las madrinas de su relación y con el tiempo él comenzó a dejar rosas, azucenas y orquídeas en su puerta, más nunca se olvidaba de entregarle un pequeño ramo de flores silvestres en su aniversario, sin falta. Incluso cuando se casaron, incluso cuando la puerta era la de la habitación que compartían. Construyeron un hogar para envejecer, lleno de girasoles, los favoritos de ella.

Ya de mayores, ella volvió a encontrar un ramo de lirios en su puerta y rió, encantada. Había pasado mucho desde la última vez. Notó una tarjeta inusual y al leerla el estómago se le fue a los pies. Eran las condolencias de un vecino, pues su amor había tenido un accidente de regreso a casa, llevando los lirios para ella.