Los dioses siempre han sido tratados con paño de oro. Entre sus siervos estaban los celestiales: seres dotados de poderes inigualables por el humano.
Sin embargo, un día sucedió lo imposible: el dios supremo cae en pos de una nueva diosa, la cual ve los defectos de sus guardianes y decide desterrarlos al mundo mortal.
Esta historia se centra en Irieg, la celestial encargada de proteger al supremo y que falló en su labor. Como penitencia por su fracaso, obtuvo la misma condena que los demás.
Ahora Irieg busca el modo de volver a obtener el favor divino y ser la guardiana que fue en antaño.