El viento va acompañado por un rastro de hojas de colores cálidos. Es otoño y la brisa trae consigo un aroma de añoranza. Hace años que me dedico a pintar. Estaba acostumbrada a pintar ojos, tengo una extraña obsesión por esa parte de la gente y me encantaba inmortalizar miradas y gestos que transmitiesen emociones. En cada estación suelo utilizar una gama de colores diferentes, pero conforme pasaban los días de verano y las personas que quiero se volvían más distantes, los colores empezaron a cambiar porque mi visión del mundo cambió con ellos. Ya no representaban los colores cálidos el verano, ni los fríos el invierno, simplemente todo era negro, un maldito, oscuro y profundo negro. Pero un día de otoño apareció una pequeña mancha que actuó de luz en el lienzo de mi vida.