Existen el mundo tres cosas fundamentales que, según la recomendación de un doctor licenciado en desastres, deberían mantenerse todo lo fuera del alcance de Mukuro como fuera posible. La primera de esas cosas, obviamente se trataba del cuerpo del joven décimo Vongola. Por cuestiones obvias, como la seguridad de Tsunayoshi y el bienestar mental de un tal "Gokudera Hayato", el futuro capo se aseguraba de acercarse a su guardián únicamente cuando era estrictamente requerido por su tutor. La segunda cosa, se trataba de la ciudad de Namimori. Por diferentes razones; la principal de ella (e ignorando que la "cosa" anterior residía en la ciudad en cuestión), se encontraba estrechamente relacionada a la enemistad que Mukuro compartía alegremente con el guardían de la nube. Y la última, pero no menos importante (contrario a ello, más alarmante), era ni más ni menos que las personas enfermas. Simplemente no podía estar cerca, principalmente porque se relacionaba casi exclusivamente con un determinado grupo de personas que ponían en él todos sus objetivos y esperanzas. Mientras se mantuviera al margen de todo lo anterior, ciertamente la vida le sonreiría tan ampliamente como debería ser... Sin embargo, tratándose de Rokudo Mukuro, la vida lo pateó a la cara hacia más del tiempo del recomendable. Los tres fáctores se juntaron y él simplemente no pudo escapar. Ahora... ¿Cómo resolverá el traerle la medicina a sus aprendices sin arriesgarse a ser encontrado en medio de la ciudad de Namimori? Tocaría improvisar llegado el momento. Nada podía salir peor de como había iniciadi su día... ¿Verdad?