Las palabras son pocas cuando el momento de la confrontación llega. Un accidente, un coma, una herida sin sanar, no son más que ingredientes en el coctel letal en el que se ha convertido mi vida.
La muerte no es otra cosa que un recordatorio constante, el alcohol es un elixir que funciona como placebo para calmar el dolor de nuestras enfermedades y unos ojos azules no son más que un imán para lo que en toda mi vida había evitado.
Ahora soy un adicto, un perdido, un lastre de lo que antes era, y la culpable, o la causa, se encuentra postrada en una cama.
Esta es mi historia, o tal vez es la historia de Fabiana contada a través de mis ojos, unos ojos que la veían como una diosa, pero que ahora la ven como lo que siempre ha sido: una enferma, una adicta.
Esta es la historia de dos adictos que se encontraron en medio del caos de una ciudad despiadada y de una vida indolente. Dos adictos que encontraron refugio en los brazos del otro, pero que no resultaron salvados por dichos brazos.
Dos adictos que no quieren vivir pero que se aferran a la vida con uñas y dientes.
Kim nunca pensó que mentir en su currículum la llevaría a una completa travesía con su joven jefe.
Nico nunca pensó que darle una oportunidad a Kim la convertiría en el amor de su vida.