Desperté de golpe, soñando con alguna vaga referencia a una escasa mujer boticaria de La Coruña, un flaco pero vigoroso rasguño hispano sobre la tierra, vinosa y flemática, puramente aguileña, puramente mujer de su siglo, portadora de la tristeza de su tiempo, íntima del consuelo despersonalizado que la llevó a la muerte entre un nido de serpientes y chorlitos. Esencialmente replicadora, acogedora y rocosa, lejanamente enraizada, dispersamente ramificada que, como diría el viejo Toro de Roka, tal como las semillas, te desgarraste en hijos, y, lo mismo que un sueño que se multiplicara, la carne dolorosa se te llenó de niños; mujer penitente con el corazón poblado de cigarras.All Rights Reserved
1 part