Mientras la vida pasa, en París las canas se adueñan de un ser extraordinario. Las canas le hacen vivir conciente y negado a adaptarse a los cuerdos, pues prefiere un libro viejo y una cobija gastada a estar en una sala con seres vacíos, su vida está ahí, precisamente donde debe estar, se ha convertido en la naturaleza, cada mañana alimentas sus familias, pues de lo recibido, cómo todo alma pura y noble lo comparte a equidad con los suyos, las palomas se mezclan con sus ajuares, el color de ellas combinan con sus canas.