Hamilton sabía muy bien que el silencio de una persona se compraba, no se regalaba. Ese era el problema, el silencio lo estaba consumiendo. ¿Qué pasaría si John Laurens aún estuviese vivo antes de haber cometido tal estupidez? «-John, gracias a Dios estás aquí para entender lo que trato de hacer. -Hamilton, no.-Se alejó de él-¡Felicidades por arruinarlo!» ~Crédito a la imagen de portada: yelyzavetaart