Nunca rompí las reglas. Siempre me consideré una chica buena. Excepto esa noche, pero en mi defensa estaba ebria, perdida y me seguía la policía. Necesitaba un refugio. Así que entré como un ladrón en la primera casa que vi. Pero como nunca nada me salía bien, supe que todo se había ido a la mierda cuando la luz de la habitación se encendió de golpe. -¿Qué mierda? Lentamente subí la vista y me encontré con un chico en nada más, que en Bóxer negros. Oh, dios.