Cuando somos niños nadie nos dice lo dificil y dura que puede ser la vida. Yo tuve que aprender esa lección de la peor manera. Mi vida era un infierno constante, el dolor y el sufrimiento siempre estaban presentes. Llegó un momento cuando comencé a creer que todo lo que me pasaba era mi culpa, que era el castigo que merecía. Pero así como la felicidad es momentánea,el dolor también. No creí que en algún momento pudiera ser feliz pero al ver esos profundos ojos supe que había llegado mi momento de ser feliz . Él era diferente, a simple vista podrías notar que la vida le había dejado cicatrices al igual que a mí,pero la diferencia era que el las aceptaba. El me enseñó que nuestras cicatrices son parte de lo que somos, de lo que fuimos y de lo que seremos.