No sabía su nombre, ni siquiera el grado en donde estudiaba. Solo sabía que era dueño de una peculiar sombrilla y de una de las sonrisas mas hermosas que pudo haber visto en toda su vida. Quién diría que no solo un hilo rojo puede unir a dos personas. Quién diría que una sombrilla roja forjaría un destino tan brillante como el que les esperaba.
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