Fushimi Saruhiko está muerto. No me malinterpreten, su cuerpo sigue viviendo y dando vueltas por los Cuarteles de Scepter 4, pero todo aquello que le conformaba... ya no existe. Toda emoción asociada a cada uno de sus recuerdos ha sido sifonada a presión de su interior: Fushimi Saruhiko se ha vuelto un apacible adolescente, no tan distinto de Totsuka Tatara, que recuerda a su padre y recuerda todo lo que le hizo, y lo más que hace es respirar tranquilo porque está muerto. O escuchar a su superior Munakata y reírse porque dice una gran cantidad de tonterías y lleva a cabo estúpidos planes que asustan a otras personas y parecen entretenidos. O ver a Yata Misaki y sonreírle, sin una pizca siquiera de ironía o sarcasmo en sus palabras, sin que le importe con quién esté o lo que haga. Respondiéndole cortésmente cuando este le llama traidor, despreocupado por su reacción. A Yata Misaki esta nueva indiferencia de su ex-mejor amigo primero le parece una nueva estratagema para molestarle. Pero cada vez que le ve alegre alrededor de los miembros de Scepter 4, cada vez que les dirige exactamente la misma sonrisa divertida y educada que se graba día a día más en sus facciones, cada vez que se gira hacia ellos porque el que Yata esté ahí enfrente no es lo suficientemente interesante... Bueno. Yata Misaki está cada vez más cabreado con todo el mundo. En especial con cierto Mono Bastardo que cada vez se olvida de él más y más.All Rights Reserved