-Se prudente ¿sí? Hazlo por mí.- la peli-roja que los acompañaba me miro mal.
-No prometo nada nee-chan.- le acaricie la cabeza y le sonrei.
-Akane-chan ¿Que esta sucediendo?- Hiruzen-sensei me miro preocupado.
-La Cuarta Gran Guerra Ninja esta en su punto.- lo mire seria.- Nos vemos en el campo de batalla.- en un abrir y cerrar de ojos me encontraba a lado de Kakashi-san.
- Que bueno que llegas.- el seguía mirando al frente donde se encontraba una gran bestia.
-Con que ese es el Juubi.- Naruto estaba sentado y Sakura curaba sus heridas, la bestia nos tomo desprevenidos y grandes estacas comenzaron a ser disparadas, dos estacas iban hacia Naruto pero Hinata se puso en medio, reaccione rápido y aparecí enfrente de Neji que se había puesto como escudo para proteger a Hinata.
-¡¡Akane nii-san!!- las lagrimas de Naruto no se hicieron esperar, Neji me miraba aterrado, Sakura tapaba su boca y sus lagrimas mojaron sus mejillas, todos los demás ninjas estaban sorprendidos empezaban a perder la esperanza.
-Gomen...Naruto.- le sonreí y le pique su frente con dos de mis dedos.
-No...te pre...preocu...preocupes.- tosí sangre Neji me abrazo.
-No debiste interponerte.- sentí mi hombro mojado, hice un sello y mi Byakugou empezó a brillar todos me miraban asombrados.
-Esto...no aca...acabara conmigo.- unas marcas negras con unas color aqua comenzaron a esparcirse por todo mi cuerpo, le di un beso a Neji en su frente que no traía su banda y su sello de maldición relucía le sonreí, me separe de sus brazos y me levante.
-¡La Guerra no a acabado aun!- mire a Obito y a Madara con mi mejor expresión seria.
-¡Necesitan mucho mas que eso para eliminarme!- corte las puntas de las estacas con mi mano y saque lo que quedaba de madera en mi interior, las heridas comenzaron a sanar, toda la alianza no podían creer lo que veían sus expresiones de asombro eran notables, la esperanza volvía a crecer.
-¡Esta Guerra la Ganara la Alianza Shinobi!- los gritos no tardaron e
Donde el corredor argentino, conocido por su facilidad para chamuyar, cae ante una chica Ferrari
Donde Julieta, sin querer, cae ante el argentino chamuyero