La primera vez, Sonya corrió a la cocina y le dijo a su madre que el abuelo estaba estaba por llamar. Ahí nomás sonó el teléfono. La segunda, fue cuando le pidió a su padre que mirase a la derecha cuando llegase a la avenida y eso lo salvó del camión de basura sin frenos que iba calle abajo. La tercera vez... Bueno, la tercera vez terminó de convencer a todos...