- ¡SEÑORITA EXPOSITO!. - me gire exalta e intercepte el cuerpo de la señora con habito de monja que se me acercaba con rapidez.- ¡DEJE A SU COMPAÑERA TRANQUILA!.- dice ya a mi lado y me coge del brazo para alejarme de la chica.
- Solo jugábamos, díselo Carla, dile que estamos jugando.- pero Carla no respondió, siquiera volví a oírla hablar. Aquella monja, en aquel orfanato no me separo de Carla por que estuviéramos jugando o haciendo alguna trastada, ella me separo de la niña por que supo que lo que hacíamos era antinatural, lo que yo hacia lo era, aun lo es.
Por mi mente aun se pasean las imágenes de Carla, con ese peto blanco manchado y desgastado que todas todas teníamos, con los ojos en blanco y el cuerpo levantando a unos cuarenta centímetros del suelo. Solo porque le susurre al oido mi secreto. Aquel día le conté a mi única amiga, mi único secreto, solo tenia seis años y apesar de que a tan corta edad es poco posible tener secretos "pertubadores" a que si lo era, era mi secreto mejor guardado y le hice jurar que si solo pensaba contarlo a alguna otra compañera o a alguna de las monjas no volvería a hablar, y al parecer lo pensó, o quizás lo hizo para prevenir, dejar de hablar para no contar un oscuro secreto, era algo razonable.
Él es el único peligro presente cuando está cerca .
Ella es su tentación.
Él es un indiscutible error .
El señor de la oscuridad en Nueva York , el único que puede mostrarte que es el temor con tan solo una mirada .
Nadie nunca a logrado domar su corazón tan negro como la misma noche , él no tiene ningún tipo de remordimiento por nadie , no le importa nadie con tal de seguir en el poder .
Hasta que llega ella .
Que lo hace cambiar no tan solo de idea sino que lo hace mirar más allá de la lujuria .
Inicio de publicación 29_9_2024