La ví, como todos los días, allí estaba ella con sus amigas en la cafetería. Su mirada penetrante e incluso fría no se había dejado intimidar por la mía ni una sola vez. La única chica para la que tenía ojos y no le gustaba yo, el chico más guapo del instituto, ¿Cómo era posible que no se permitiera ser embelesada por el poema que era mi rostro?