¿Cómo empezar? ¡Ay! si yo les contara. Todo empezó tan simple, así como cuando no quiere la cosa, como algo inesperado, inoportuno, es más, como algo tan fuera de lugar que hasta cae en lo chocante. Pero ahí estábamos, una frente a la otra. Y si he de ser sincera debo confesar que en ese sutil momento era precisamente lo que deseaba, todo lo que nunca necesité, pero que me venía perfecto: revolución, caos, pero caos del malo, de ese que sacude, que destruye, que mutila, ese que te revuelca entre sus vientos y te deja tirada, muda, sin aliento: así era ella.
Verla de frente era como pararse frente a un mega tornado, sabiendo que venía directo a mí y no correr, quedarme petrificada y permitir que me alcance ¿Por qué? ¿Por qué? - preguntaba mi mente desesperada - ¿Por qué quieres caos en tu vida? ¿Estás pendeja? ¿Qué buscas?
Pero ¡ay de mí! Ya era demasiado tarde para pensar. Estaba atrapada... no, atrapada no es la palabra, estaba plenamente consciente que su abrazo me iba a consumir, que su presencia y entrada a mi vida iba a cambiarlo todo, a volver mis verdes bosques en desiertos desolados y dejaría mis tupidas e impetuosas fuerzas agotadas y aun así, aun sabiendo eso, con mi mejor sonrisa le miré, abriendo a todo mis brazos y le dije "bienvenida".