«¿Estas bien pequeña?»
«Por favor, abre tus ojos»
Esas fueron las palabras que Mia escucho al momento de abrir sus ojos, la mirada maternal de una mujer monstruo que le sostenía con preocupación.
Estaba siendo atendida por dos monstruos con características parecidas a las de las cabras y se veían amables y cálidos como el atardecer que se veía hermosamente atrás de ellos.
La menor era un Mago, veía a quitar la Barrera que les mantenía atrapados, pero al parecer, alguien llego un poco antes que ella y le estaba mirando con un tranquilo semblante.
Mia Hastur había venido para ayudar por los Diarios de uno de los principales creadores de la Barrera, Nine Hastur; el le pedía a quien sea que leyera sus memorias y tuviera el poder para quitar la prisión de los monstruos fuera ahí en su nombre y solo pidiera perdón por él... la menor se sentía como la parte de algo más grande y desde ese día, aprendiera mucho de ella, su historia familiar al lado de aquellos monstruos y aquel humano.