Sarah Edgards ve fantasmas. No es una ilusión ni resultado de ningún gen raro familiar. Empezó a verlos después de morir y volver a la vida tras una operación. Pero todo eso no acaba aquí. Lo complicado está en el hecho de que una diosa (sí, una auténtica divinidad de los espíritus) le explica que puede dejar de ver muertos, pero solo si logra convencer a un fantasma reticente a avanzar. Una tarea para nada divertida, puesto que el chico no tiene ninguna intención de ello. Comienza una carrera contrarreloj entre el deseo de Sarah de dejar de ver fantasmas y la testarudez de Nathan por permanecer en el plano de los vivos tras su repentino fallecimiento. Lectora beta, correctora y editora: @andebiamoon Créditos de la ilustración: Raquel Cantón Serrano