Tienes el aroma de mi esencia y me recuerdas a mi infancia, pareciese que fuéramos uno. Tienes mi rostro, mi manos y mi alma. Quizás te he visto en otra vida o en algún sueño, porque aunque eres un fantasma que ya no recuerdo y que posiblemente alguna vez se animó a cruzar por mi espejo, llevo tu latir en mi pecho. Y ruego cada noche para que sólo seamos desconocidos.