-Si sigues maldiciendo... -dijo con voz ronca, y me pareció muy excitante, no sé qué me está haciendo este hombre-. Me voy a ver en la necesidad de encontrar una forma en la que te vas a cansar de maldecir, en todos los idiomas que te sepas y hasta uno inventado. -no sé si soy yo o el clima, pero juro que estoy ardiendo, ¿acaso lo que comprendí en esas palabras fue un doble sentido? ¿Dónde estaba el fósil que se sonrojaba hasta cuando una mujer le decía los buenos días?
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