Sentía sus brillantes ojos mirar a través de mí como si fuera tan transparente como sus alas, con una expresión de dolor pero tan bella que me arrancaba la respiración, sus plateados dedos desapareciendo en el centro de sus manos en puño, y con esos mismos ojos, derramando una perla de lágrima, arrebatando un pedazo de mi alma, porque ahí estaba yo, siendo el objetivo de su furia, desesperación, melancolía y decepción, y qué podía hacer yo? Simplemente ofrecerle cada latido de mi corazón para amarlo, cada día de mi vida y cada uno de mis soldados para protegerlo y cuidarlo, pero no era suficiente, ambos lo sabíamos. Pero yo ya no podía retroceder el tiempo, no podía negar mi decisión ya tomada y realizada. Ya estaba casado, y esperaba un hijo humano. Lo único que su aperlada magia no podía darme.