Leí alguna vez la siguiente frase:
"Crear arte significa estar terriblemente solo para siempre"
Hoy puedo refutar dicho pensamiento.
En uno de esos giros que da la vida me cruce con un ser tan distinto a mí, su personalidad y la mía eran polos totalmente opuestos, pero teníamos gustos tan similares, que parecíamos hechos por el mismo molde. Con el paso de los días comenzamos a realizar tantas actividades juntos y a compartir experiencias, al punto de que se adueñó de la Suite Presidencial en mi corazón.
Reímos, lloramos, cantamos, escribimos, fortalecimos nuestros lazos.
Tengo la dicha de llamar a este personaje "Mejor Amigo". Llevaba tanto tiempo usando una máscara para que el mundo no viese quien soy realmente, y el, con un simple abrazo, con una pequeña palabra logro destruir esa armadura ya oxidada que poseía mi piel.
Dicen por allí que nuestra felicidad no debe depender de segundos, ni terceros, pero es algo bastante difícil de poner en práctica cuando tu vida ya no vale un centavo y aparece alguien dispuesto a dar hasta lo último en sus bolsillos por ti, cuando tu mundo está totalmente mente gris y alguien se toma en el tiempo de comenzar a pintarlo y darle matiz.
Hoy, ya no estoy solo, a pesar de seguir creando arte. Tengo un Mejor Amigo y un Hijo que siempre están para mí, aun cuando los kilómetros no separan. Ni el más fuerte vendaval podría romper esta unión.
En esta obra tengo el placer de compartir escena con Leo Jiménez (Mi Mejor Amigo)
Para darles a conocer pequeños fragmentos de lo que cruza por nuestras mentes, estaremos cosechando los frutos de esta vital y memorable Conexión.