Inés había dejado de creer en el amor desde que Xavier la engañó con otra, estaba rota por dentro, se había centrado en el partido y desde entonces rechazaba a cualquier persona que intentase acercarse a ella con un interés amoroso, todo cambió el día en el que se cruzó con una de las sonrisas más bonitas que había visto nunca, la de Irene Montero. Y es que a veces la solución la tenemos delante y no queremos darnos cuenta, aunque Inés intentase negarlo Irene era su solución, era su única razón para volver a creer en el amor.