La impróvida tormenta llega con un solo aviso: todo se desmoronará. Y está bueno recibir un alud de bofetadas, caerse, romperse un par de huesos pero está mejor mantenerse firme, impávido, fuerte y firme. No hacer del dolor una súplica maldita. Tarde o temprano, llega la calma, la espiritualidad de estar despierto, el desprenderse de lo intangible, y el desechar lo material reconstruye el alma y la mente. Renacer entonces, es la única utopía, y el tiempo y las normas de la vida y el amor y el odio y el tiempo y las distancias y los por qués se mezclan en un viejo saco para entender que después de la tormenta el sol vuelve a brillar. La impróvida tormenta deja un solo aviso: el entendimiento se re acomodará, los porque hacen parte de la lección el reencontrarse es hermoso y he aquí lo que siempre busca el hombre: Equilibrio.