Mi vida siempre había sido tranquila, vivo con mis padres, asisto a la escuela, tengo un mejor amigo, un perro y problemas de autoestima y amorosos como cualquier adolescente de 17 años. Las decisiones que tenía que tomar en mi día a día eran simples, solo tenia que decidir si beber zumo de naranja o café en el desayuno, si primero hacía el ensayo de la clase de historia o de literatura o si combinar el color de mi bolso con el de mi blusa o el de mis zapatos.
Hasta que los conocí a ellos. Dos chicos totalmente diferentes, con un brillo único y sueños tan hermosos que dan ganas de formar parte de ellos. Uno, con una personalidad desbordante, de mirada tierna, brazos protectores y con una belleza que no solo se limita a su exterior, sino que también cubre todo su corazón. Y el otro, con un aura de pecado que lo envuelve por completo, tan hermoso como peligroso, rudo y atrevido, de sentimientos reservados que esconden una gran ternura. Ambos de mundos y edades diferentes, con la habilidad de detener tu corazón con solo una sonrisa. Y entonces fue cuando lo más difícil llegó para mí, decidir por uno o por otro se me ha hecho verdaderamente imposible. Creo que ahora estoy atrapada entre Venus y Marte.