Si esa tarde en aquel cementerio nunca lo hubiese retado, probablemente nunca me hubiese dado cuenta de quién era ese chico, quizá nunca me hubiese enterado de todos los misterios, quizá nunca hubiese sabido la oscura verdad de quienes nunca sospeché, quizá estaría muerta, y no exagero. Todo esto empezó desde una moneda inolvidable, una muy común, un valor muy bajo, solo eran cinco centavos.