Leo, mi inquilino de veintiséis años, ha demostrado sin darse cuenta en varias ocasiones su dominio sexual. Con tan sólo entrar a la cocina compartida he podido escuchar los alaridos inundados de placer provenientes de su cuarto en el segundo piso. A decir verdad en alguna ocasión me he quedado de pie en la barra, con mis dedos sumergidos en rezo húmedo y silencioso al compás de los gemidos. Mi marido Angel no es tan... Feroz... pero sabe del desempeño de su amigo y más que otra cosa está intrigado. La oportunidad se presenta en mi fiesta de graduación, por primera ocasión nos acompaña solo, el alcohol y la curiosidad se superponen y predisponen la mejor noche de mi vida...All Rights Reserved
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