Esta usted a punto de vivir una extraordinaria experiencia. Está a punto de mantener una conversación con Dios. Sí, sí. Lo sé... eso no es posible. Probablemente piense (o le han enseñado) que eso no es posible. Ciertamente, se puede hablar a Dios; pero no con Dios. Es decir: Dios no va a contestar, ¿no es eso? ¡Al menos no en la forma de una conversación normal y corriente! Lo mismo pensaba yo. Pero luego me <<ocurrió>> este libro. Y lo digo literalmente. No se trata de un libro escrito por mí, sino que me ha <<ocurrido>> a mí. Y cuando lo lea, le <<ocurrirá>> a usted, ya que todos alcanzamos la verdad para la que estamos preparados.