De todos los días del año, aquel era el que Adrien Agreste odiaba con fuerza: el Día de la Madre. Cuando la profesora Bustier había hablado de escribir un poema con referencia a ese día, no había podido más que pedir permiso para ir a la enfermería y así no tener que trabajar en eso, ya que pensar en su madre era algo muy doloroso para él.
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