El joven Gathobeen era hijo de un matrimonio de gatos de casa, su padre era un gran gato gris que se dedicaba a la zapatería, su madre de pelaje pardo y blanco gustaba sembrar sus propias hortalizas en el jardín. Día tras día iba a la escuela desde que era un gatito para aprender las útiles habilidades de un gato de casa, como el arte de enredarse en un ovillo de lana o la sutil elocuencia del ronroneo.