Sus manos, de un rojo carmesí, manchaban la pared levemente. La sangre ya estaba seca, formando una capa desagradable sobre las palmas que no quería reconocer como las suyas. Sus ojos, rojos también, pero estos por las lagrimas, observaban la escena de la que se declaraba culpable. Pero su corazón... Su corazón había dejado de latir junto a los de ellos, probablemente hace tanto tiempo que ya ni siquiera era rojo. Aunque, en realidad, todo le resultaba blanco y negro. Excepto esa escena, tan horrenda que sus ojos le rogaban que perdiera el color. Le pedían que las caras inexpresivas de las dos personas que más había amado en la vida desaparecieran. Le pedían que se despierte de esa horrenda pesadilla, con una botella en la mano y babeando sobre su regazo. Hasta se hubiera sentido feliz de que lo reprendieran por haber dormido en el trabajo, pero no sucedía. No se despertaba y las caras inexpresivas seguían ahí, mirándolo, sin en realidad verlo.
Sobrevivió a la muerte pero el verdadero peligro acaba de comenzar.
Todos en el reino enemigo deseaban verla muerta, su desaparición significaba el fin de una era... o eso creían.
En lugar de morir, fue enviada al distrito de jinetes, un lugar donde el peligro acecha en cada rincón, y donde su verdadera identidad debe permanecer oculta a toda costa.
Pero no está sola.
Entre traiciones, criaturas indomables y un destino que se cierne sobre ella se encuentra Rigel Heisenbergs: el jinete más letal del distrito.
Su misión es protegerla, pero su mayor deseo es verla destruida.
Cada mirada entre ellos es una batalla silenciosa. y cada paso que da la acerca más a una guerra que podría consumirlo todo.
Un beso, una profecía y una traición que cambiará el curso de la historia.