Unos años atrás, las películas de romance se apoderaron de mi mente, por lo tanto, mis expectativas estaban puestas en aquellas escenas de navidad en las que las parejas se encuentran cerca del calor abrazador emanado de un enorme y llamativo fogón, de las mantas, chocolate caliente y las miradas cómplices. Sentía que llegaría un chico "salvador" que haría que mi vida fuera menos mediocre, que cambiaría todos los esquemas al punto de romperlos. Finalmente, en ese momento, todo tendría sentido.
¿Con qué me encontré?
Bueno, no quiero dar nombres porque eso es de mala educación, pero, Noah Levington fue un total patán. ¿Esa escena de "El diario de una princesa" en el que Mia se queja de que su pie no hizo pop? Bueno, todo lo que hizo pop fue mi ánimo en decaimiento cuando el chico intentó que estuviéramos en la parte de atrás de su automóvil. De ensueño, ¿verdad? Todo lo que una chica desea.
Oh, y... Leroy Monroe, ese ganó la lotería cuando desapareció justo después de que tuviéramos relaciones sexuales. Días y noches esperando un llamado, sin mencionar los llamados que yo, chica-sin-dignidad, realicé.
Por cierto, no hubo velas ni pétalos de rosas. Malditas películas de amor.
Así hay una larga, cansadora y triste lista de chicos que forman parte de aquello que se llama "casi pero no".
Hasta que llegamos al presente. Actualmente, sigo mirando películas románticas, pero definitivamente ya no las veo como una posibilidad. También aprendí que yo necesito crecer, necesito saber estar conmigo antes de estar con alguien, y además... me quedé sin renglones para agregar más nombres.
No tengo en mente estar con alguien, por primera vez, solo me necesito a mi. Aunque... quién sabe, la vida es traicionera.
𝓒𝓪𝓭𝓪 𝓽𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸, 𝓮𝓼 𝓾𝓷𝓪 𝓯𝓻𝓪𝓼𝓮 𝓭𝓮 𝓾𝓷𝓪 𝓬𝓪𝓷𝓬𝓲𝓸́𝓷 𝓭𝓮 𝓣𝓪𝔂𝓵𝓸𝓻.
Elliot Jensen and Elliot Fintry have a lot in common. They share the same name, the same house, the same school, oh and they hate each other but, as they will quickly learn, there is a fine line between love and hate.